“Situación humillante que afecta a una persona y que mueve a risa o burla de los demás por su rareza o extravagancia./ Escaso, corto, de poca estimación./ Extraño, irregular, extravagante./ Nimia y excesivamente delicado/absurdo, falto de lógica”.
Qué es el sentido del
ridículo
Cuando crees que los demás observan y analizan tus conductas y
palabras y estás Pendiente y preocupado
por no hacer algo inconveniente en presencia de otras personas, …eso es
tener sentido del ridículo. Cuando tú (o alguna persona que te acompaña -por aquello de la
vergüenza ajena) llevas a cabo un acto inadecuado
o extravagante socialmente y piensas que te has puesto evidencia y descubierto
en público tus carencias y defectos,
…eso también es tener sentido del ridículo. Por tanto, el sentido del ridículo
es una tendencia a considerar importante el juicio de las demás personas sobre nuestros comportamientos, creyendo que resultan molestos,
inadecuados, fuera de lugar y que pueden ser sometidos a la burla o al desprecio. Y por tanto, deben
reprimirse o limitarse. Este tipo de emociones, cuando son exageradas, pueden
generar sentimientos de humillación.
Existe un caso peculiar que
requiere una puntualización. La timidez
o la introversión pueden ser una circunstancia más de nuestra personalidad,
con la que podemos vivir sin ningún problema, o convertirse en un problema, con excesivo peso y
relevancia en nuestras vidas. Todo depende de la intensidad o profundidad. En un 1º grado, puede que simplemente nos cueste abrirnos al hablar con desconocidos, un rasgo que puede
formar parte de nuestra identidad y que está dentro de la normalidad. De hecho,
la personas tímidas o introvertidas suelen desarrollar una riqueza interior
notable; en un 2º grado, podría aislarnos y convertirse en una verdadera barrera para desarrollar nuestra vida social y nuestra personalidad, poniendo en peligro nuestra felicidad.
Es a
este 2º grado al que hay que evitar llegar, …o salir de él cuanto antes, y si
es necesario, buscar la ayuda de un profesional.
Por qué se desarrolla en
exceso el sentido del ridículo
Un desproporcionado sentido del ridículo se suele asociar con una personalidad insegura, con la timidez, con una sobrevaloración de los
convencionalismos y patrones sociales y con una gran
sensibilidad frente a los juicios u
opiniones de los demás, relacionada frecuentemente con un enorme deseo de
gustar y agradar a los demás. También es más frecuente entre las personas que han
desarrollado una escasa actividad social o carecen de entrenamiento en habilidades
sociales.
Las consecuencias de un exagerado sentido del ridículo
Las personas con un exagerado sentido del ridículo temen
que los demás se rían de ellos, le dan mucha importancia a sus errores. La sensación de ridículo surge por
cualquier insignificancia,
normalmente por cosas sin importancia que suelen
pasar inadvertidas para los demás, pero que para ellas se convierte en un
auténtico sufrimiento.
Un excesivo
sentido del ridículo genera ansiedad y estrés, pudiendo desembocar
en pánico o ser el origen de una fobia social. Las personas que lo
sufren tienden a huir de situaciones
que les puedan generar este sentimiento, para protegerse de la angustia que
experimentan al enfrentarse a ellas. No las afrontan.
Otra consecuencia es que, al estar encorsetados
socialmente, viven con auténtica vergüenza las excentricidades de los demás, sufriendo un profundo sentimiento de vergüenza ajena.
El temor a hacer el ridículo se
acentúa durante los momentos previos a una reunión social o un acto en el que
estas personas piensan que van a estar sometidas a observación de otras,
especialmente si se trata de algo novedoso o poco conocido, ya que entonces se
sienten incapaces de prever lo que puede
suceder. Conferencias, exámenes orales, recepciones, bodas, etc., pueden convertirse
en verdaderas torturas psicológicas
y emocionales. Si la persona cree
que está haciendo el ridículo, se puede generar tal tensión emocional, que se vea incapaz de soportarlo, se bloquee y paralice o intente la huida. En estas situaciones, las
personas están «dispuestas a todo»
con tal de salir del estado en que se encuentran, llegando incluso a sufrir ataques de pánico.
Pero el mecanismo psicológico de
defensa más común es la Evitación,
es decir, evitar a toda costa situaciones
que entrañen riesgo de hacer el ridículo. Para ello, se suelen establecer
una serie de falsos razonamientos y comportamientos inadecuados, con los que se genera un peligroso "círculo vicioso": la evitación produce una progresiva inhibición, pasividad y aislamiento y el desarrollo de fobias y barreras para la expansión y el crecimiento personal, lo que provoca la pérdida
de oportunidades y aumentan la inseguridad,
el sentimiento de inferioridad, la ansiedad y la insatisfacción, ...y esto a su vez, tiene como consecuencia el aumento de la sensación de vergüenza y ridículo.
En resumen, el sentido del ridículo
nace de la inseguridad y la excesiva valoración de la opinión ajena, que induce a hacer cosas y a
comportarse de una forma que realmente no se desea. Dejamos de ser nosotros
mismos para adaptarnos a los patrones que la sociedad marca: cómo actuar, cómo
vestir, cómo hablar, cómo relacionarnos, etc.,
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